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El 'Vatican Information Service' (VIS) es un boletín informativo de la Oficina de Prensa Santa Sede. Transmite diariamente información sobre la actividad magisterial y pastoral del Santo Padre y de la Curia Romana... []

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martes, 17 de diciembre de 2002

VERDAD, JUSTICIA, AMOR Y LIBERTAD: CONDICIONES PARA LA PAZ

CIUDAD DEL VATICANO, 17 DIC 2002 (VIS) - El arzobispo Renato R. Martino, presidente del Pontificio Consejo "Justicia y Paz", presentó esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede el Mensaje de Juan Pablo II para la XXXVI Jornada Mundial de la Paz, cuyo tema es: "'Pacem in terris': una tarea permanente".

  Acompañaron al arzobispo Martino en la rueda de prensa el obispo Giampaolo Crepaldi y monseñor Frank J. Dewane, respectivamente secretario y subsecretario del dicasterio.

  El arzobispo Martino afirmó que tras haber constatado el Papa en el mensaje que "el mundo al cual se dirigía Juan XXIII se encontraba en un profundo estado de desorden", recuerda que tan solo dos años antes, en 1961, se construía el "muro de Berlín" y el mundo debía afrontar la crisis de misiles en Cuba. "En este escenario histórico (...) la 'Pacem in terris' constituyó un decisivo momento de ruptura porque reafirmó el valor fundamental de la paz como aspiración de la gente en toda la tierra a vivir en seguridad, justicia y esperanza". El beato Juan XXIII expuso las "condiciones esenciales para la paz": "la verdad la justicia, el amor y la libertad".

  "Me parece muy importante -continuó- la relación que el Santo Padre percibe entre la conciencia de los valores espirituales (el Papa habla también de 'sensibilidad espiritual') y las consecuencias públicas y políticas que ésta puede tener. Esta relación ha demostrado históricamente toda su relevancia sobre todo en el terreno de los derechos humanos".

  El presidente de "Justicia y Paz" dijo que el Papa se refiere a la "elaboración de un concepto de bien común -principio clásico de la doctrina social- dentro de un horizonte mundial, proponiendo el concepto de 'bien común universal'".

  Juan Pablo II, añadió el arzobispo Martino, hace hincapié en "la superación en todos los niveles nacionales e internacionales de la división entre las exigencias de la moral y las de la política. (...) El problema de la paz rectamente entendida no puede prescindir de cuestiones vinculadas a los principios morales, sobre todo aquellos relacionados con la afirmación de la dignidad y de los derechos humanos".

  "Si el nuevo nombre de la paz es el desarrollo, el desarme para el desarrollo -subrayó el presidente de "Justicia y Paz"- tendría que ser más necesario cada día. (...) No se podrá eliminar el hambre mientras en el mundo se inviertan tantos miles de millones de dólares al año en gastos militares".

  El mensaje del Santo Padre concluye "con una invitación a cultivar una adecuada cultura y espiritualidad de la paz", dijo el arzobispo Martino. "En la perspectiva cristiana, la realización de la paz no concierne solo a las instituciones nacionales o internacionales. (...) Cada uno de nosotros, en su propio ambiente profesional, debe sentir el grave deber de colaborar a la paz con gestos personales de paz".

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MENSAJE JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ 2003: "PACEM IN TERRIS"

CIUDAD DEL VATICANO, 17 DIC 2002 (VIS) - Hoy se ha publicado el Mensaje de Juan Pablo II para la XXXVI Jornada Mundial de la Paz (1 de enero 2003). El mensaje está fechado el 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción. Siguen extractos del documento:

1. "Han transcurrido casi cuarenta años desde aquel 11 de abril de 1963, en que el Papa Juan XXIII publicó la histórica Carta encíclica 'Pacem in terris'. (...) Dirigiéndose a todos los hombres de buena voluntad (...) compendiaba su mensaje de paz al mundo en la primera afirmación de la Encíclica: 'La paz en la tierra, suprema aspiración de toda la humanidad a través de la historia, es indudable que no puede establecerse ni consolidarse si no se respeta fielmente el orden establecido por Dios'".

2. "En realidad, el mundo al cual se dirigía Juan XXIII se encontraba en un profundo estado de desorden. El siglo XX se había iniciado con una gran expectativa de progreso. En cambio, la humanidad había asistido, en sesenta años de historia, al estallido de dos guerras mundiales, la consolidación de sistemas totalitarios demoledores, la acumulación de inmensos sufrimientos humanos y el desencadenamiento, contra la Iglesia, de la mayor persecución que la historia haya conocido jamás".

  "Sólo dos años antes de la 'Pacem in terris', en 1961, se erigió el 'muro de Berlín' para dividir y oponer no solamente dos partes de aquella ciudad, sino también dos modos de comprender y de construir la ciudad terrena".
 
  "Además, justo seis meses antes de la publicación de la Encíclica (...) el mundo, debido a la crisis de los misiles en Cuba, se encontró al borde de una guerra nuclear. Parecía bloqueado el camino hacia un mundo de paz, de justicia y de libertad. Muchos pensaban que la humanidad estaba condenada a vivir todavía durante largo tiempo en aquellas condiciones precarias de 'guerra fría'. (...) En efecto, el uso de armas atómicas podía transformarla en un conflicto que habría puesto en peligro el futuro mismo de la humanidad".

3. "El Papa Juan XXIII no estaba de acuerdo con los que creían imposible la paz. Con la Encíclica logró que este valor fundamental 'con toda su exigente verdad' empezara a hacerse sentir en ambas partes de aquel muro y de todos los muros".

  "Con su espíritu clarividente, Juan XXIII indicó las condiciones esenciales para la paz en cuatro exigencias concretas del ánimo humano: la verdad, la justicia, el amor y la libertad".
 
4. "El fin del colonialismo, el nacimiento de nuevos Estados independientes, la defensa más eficaz de los derechos de los trabajadores, la nueva y agradable presencia de las mujeres en la vida pública, le parecían como otros tantos signos de una humanidad que estaba entrando en una nueva fase de su historia, una fase caracterizada por la convicción de que todos los hombres son, por dignidad natural, iguales entre sí".

  "Ante la creciente conciencia de los derechos humanos que iba aflorando a nivel nacional e internacional, Juan XXIII intuyó la fuerza interior de este fenómeno y su extraordinario poder de cambiar la historia. (...) El camino hacia la paz, enseñaba el Papa en su Encíclica, debía pasar por la defensa y promoción de los derechos humanos fundamentales".

  "Basados en la convicción de que cada ser humano es igual en dignidad y que, por consiguiente, la sociedad tiene que adecuar sus estructuras a esta premisa, surgieron muy pronto los movimientos por los derechos humanos, que (...) contribuyeron al derrocamiento de formas de gobierno dictatoriales y ayudaron a cambiarlas con otras formas más democr ticas y participativas. En la práctica, demostraron que la paz y el progreso pueden alcanzarse sólo a través del respeto de la ley moral universal, inscrita en el corazón del hombre".

5. "Ante un mundo que se hacía cada vez más interdependiente y global, el Papa Juan XXIII sugirió que el concepto de bien común debía formularse con una perspectiva mundial. (...) Una de las consecuencias de esta evolución era la exigencia evidente de que hubiera una autoridad pública a nivel internacional, que pudiese disponer de capacidad efectiva para promoverá este bien común universal".

  "Por esto no sorprende que Juan XXIII mirara con gran esperanza hacia la Organización de las Naciones Unidas, constituida el 26 de junio de 1945. En ella veía un instrumento válido para mantener y reforzar la paz en el mundo".

  "La visión precursora del Papa, es decir, la propuesta de una autoridad pública internacional al servicio de los derechos humanos, de la libertad y de la paz, no sólo no se ha logrado aún completamente, sino que se debe constatar, por desgracia, la frecuente indecisión de la comunidad internacional sobre el deber de respetar y aplicar los derechos humanos. Este deber atañe a todos los derechos fundamentales y no permite decisiones arbitrarias que acabarían en formas de discriminación e injusticia. Al mismo tiempo, somos testigos del incremento de una preocupante divergencia entre una serie de nuevos derechos  promovidos en las sociedades tecnológicamente avanzadas y derechos humanos elementales que todavía no son respetados en situaciones de subdesarrollo: pienso, por ejemplo, en el derecho a la alimentación, al agua potable, a la vivienda, a la autodeterminación y a la independencia. La paz exige que esta divergencia se reduzca urgentemente y que finalmente se supere".

  "Una mayor conciencia de los deberes humanos universales reportaría un gran beneficio para la causa de la paz, porque le daría la base moral del reconocimiento compartido de un orden de las cosas que no depende de la voluntad de un individuo o de un grupo".

6. "Es asimismo verdad que, a pesar de muchas dificultades y retrasos, en los cuarenta años transcurridos ha habido un notable progreso hacia la realización de la noble visión del Papa Juan XXIII. (...) Es sin duda significativo que, en los cuarenta años transcurridos desde la 'Pacem in terris', muchas poblaciones del mundo hayan llegado a ser más libres, se hayan consolidado estructuras de diálogo y cooperación entre las naciones y la amenaza de una guerra global nuclear, como la que se vislumbró drásticamente en tiempos del Papa Juan XXIII, haya sido controlada eficazmente".

  "Que haya un gran desorden en la situación del mundo contemporáneo es una constatación compartida fácilmente por todos. Por tanto, la pregunta que se impone es la siguiente: ¿qué tipo de orden puede reemplazar este desorden, para dar a los hombres y mujeres la posibilidad de vivir en libertad, justicia y seguridad?"

  "El problema del orden en los asuntos mundiales, que es también el problema de la paz rectamente entendida, no puede prescindir de cuestiones relacionadas con los principios morales. Con otras palabras, desde esta perspectiva se toma también conciencia de que la cuestión de la paz no puede separarse de la cuestión de la dignidad y de los derechos humanos. Esta es precisamente una de las verdades perennes enseñada por la 'Pacem in terris', y nosotros haríamos bien en recordarla y meditarla en este cuadragésimo aniversario".

  "¿No es éste quizá el tiempo en el que todos deben colaborar en la constitución de una nueva organización de toda la familia humana, para asegurar la paz y la armonía entre los pueblos, y promoverá juntos su progreso integral?".
 
7. "Quizá no hay otro lugar en el que se vea con igual claridad la necesidad de un uso correcto de la autoridad política, como en la dramática situación de Oriente Medio y de Tierra Santa. Día tras día y año tras año, el efecto creciente de un rechazo recíproco exacerbado y de una cadena infinita de violencias y venganzas ha hecho fracasar hasta ahora todo intento de iniciar un diálogo serio sobre las cuestiones reales en litigio. La situación precaria se hace todavía más dramática por el contraste de intereses entre los miembros de la comunidad internacional. Hasta que quienes ocupan puestos de responsabilidad no acepten cuestionarse con valentía su modo de administrar el poder y de procurar el bienestar de sus pueblos, será difícil imaginar que se pueda progresar verdaderamente hacia la paz".

8. "Hay una relación inseparable entre el compromiso por la paz y el respeto de la verdad. La honestidad en dar informaciones, la imparcialidad de los sistemas jurídicos y la transparencia de los procedimientos democráticos dan a los ciudadanos el sentido de seguridad, la disponibilidad para resolverá las controversias con medios pacíficos y la voluntad de acuerdo leal y constructivo que constituyen las verdaderas premisas de una paz duradera. (...) Las repercusiones negativas, que tienen los compromisos adquiridos y luego no respetados sobre el proceso de paz, deben inducir a los Jefes de Estado y de Gobierno a ponderar todas sus decisiones con gran sentido de responsabilidad".

  "Si han de respetarse todos los compromisos asumidos, debe ponerse especial atención en cumplir los compromisos asumidos para con los pobres. (...) El sufrimiento causado por la pobreza se ve agudizado dramáticamente cuando falta la confianza. El resultado final es el desmoronamiento de toda esperanza. La existencia de confianza en las relaciones internacionales es un capital social de valor fundamental".

9. "Si se examinan los problemas profundamente, se debe reconocer que la paz no es tanto cuestión de estructuras, como de personas. (...) Gestos de paz se dan en la vida de personas que cultivan en su propio ánimo constantes actitudes de paz. (...) Gestos de paz son posibles cuando la gente aprecia plenamente la dimensión comunitaria de la vida. (...) Gestos de paz crean una tradición y una cultura de paz".

  "La religión tiene un papel vital para suscitar gestos de paz y consolidar condiciones de paz. Este papel lo puede desempeñar tanto más eficazmente cuanto más decididamente se concentra en lo que la caracteriza: la apertura a Dios, la enseñanza de una fraternidad universal y la promoción de una cultura de solidaridad".

10. "El beato Juan XXIII era una persona que no temía el futuro; (...) no dudó en proponer a los líderes de su tiempo una nueva visión del mundo. Esta es la herencia que nos ha dejado. Fij ndonos en él, en esta Jornada Mundial de la Paz de 2003, nos sentimos invitados a comprometernos en sus mismos sentimientos: confianza en Dios misericordioso y compasivo, que nos llama a la fraternidad; confianza en los hombres y mujeres tanto de hoy como de cualquier otro tiempo, gracias a la imagen de Dios impresa igualmente en los espíritus de todos. A partir de estos sentimientos es como se puede esperar en la construcción un mundo de paz en la tierra".

  "Al inicio de un nuevo año en la historia de la humanidad, éste es el augurio que surge espont neo de lo más profundo de mi corazón: que en el ánimo de todos brote un impulso de renovada adhesión a la noble misión que la Encíclica 'Pacem in terris' propuso hace cuarenta años a todos los hombres y mujeres de buena voluntad".

  "El cuadragésimo aniversario de la 'Pacem in terris' es una ocasión muy oportuna para beneficiarse de la enseñanza profética del Papa Juan XXIII. Las comunidades eclesiales estudiarán cómo celebrar este aniversario de modo apropiado durante el año, con iniciativas que pueden tener un car cter ecuménico e interreligioso".

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ACUERDO SANTA SEDE-TURINGIA: FACULTAD TEOLOGIA DE ERFURT

CIUDAD DEL VATICANO, 17 DIC 2002 (VIS) - El pasado 16 de diciembre, en la sede de la nunciatura apostólica de Berlín, el arzobispo Giovanni Lajolo, nuncio apostólico en Alemania y el ministro-presidente del Estado Libre de Turingia, Bernhard Vogel, intercambiaron los instrumentos de ratificación del Acuerdo firmado el 19 de noviembre de 2002 entre la Santa Sede y el Estado Libre de Turingia para incorporar la facultad de Teología de Erfurt a la Universidad estatal de la misma ciudad. El acuerdo ha entrado en vigor el día del intercambio de los instrumentos de ratificación, según la norma del artículo 9 del mismo documento.

...;RATIFICACION;...;TURINGIA;VIS;20021217;110;


AUDIENCIAS

CIUDAD DEL VATICANO, 17 DIC 2002 (VIS) - El Santo Padre recibió hoy en audiencia al arzobispo Jean-Pierre Ricard, de Bordeaux (Francia), presidente de la Conferencia de los Obispos de Francia, acompañado por el obispo Georges Pontier, de La Rochelle y por monseñor Stanislas Lalanne, respectivamente vicepresidente y secretario general de ese organismo.

AP;...;...;...;VIS;20021217;50;


OTROS ACTOS PONTIFICIOS

CIUDAD DEL VATICANO, 17 DIC 2002 (VIS) - El Santo Padre nombró:

- Don Michael Apochi obispo de Otukpo (superficie 9.600, población 1.520.000, católicos 454.000, sacerdotes 48, religiosos 30) en Nigeria. El obispo electo nació en 1960 en Ichama District (Nigeria), fue ordenado sacerdote en 1986 y hasta ahora era rector del Seminario Mayor de Jos (Nigeria).

- Monseñor Gabriele Giordano Caccia, hasta ahora consejero de nunciatura, asesor para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado.

- Monseñor Francesco Borgia Trƒn Van Kha jefe de oficina de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

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