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jueves, 18 de mayo de 2006

PROMOVER BIEN COMUN, NINGUNA VIOLACION LAICIDAD ESTADO


CIUDAD DEL VATICANO, 18 MAY 2006 (VIS).-El Papa recibió este mediodía en el Aula del Sínodo, en el Vaticano, a los participantes en la LVI asamblea general de la Conferencia Episcopal Italiana, cuyo tema principal es la vida y el ministerio de los sacerdotes.

  Benedicto XVI afirmó que una "tarea esencial" de los obispos es "estar constantemente cerca de nuestros sacerdotes", además de cultivar su formación, preocuparse de su bienestar material y espiritual, no dejarles solos ante las dificultades y llevar a cabo "una atenta selección de los candidatos al presbiterado".

 "Me uno a vosotros, queridos obispos italianos, en la acción de gracias a nuestros sacerdotes, por su continua y a menudo escondida entrega, y en pedirles que, con ánimo fraterno, se fíen siempre del Señor y caminen con generosidad y valentía por la vía que lleva a la santidad, confortando y sosteniendo, también a nosotros obispos, en el mismo camino".

  El Santo Padre señaló que durante la asamblea también habían hablado del IV Congreso eclesial nacional de Verona, que se celebrará del 16 al 20 de octubre de 2006, sobre el tema: "Testigos de Jesús resucitado, esperanza del mundo", y al que, dijo, "tendré la alegría e intervenir".

  "En Verona, continuó, habrá que centrar la atención principalmente en Cristo y por tanto, en la misión prioritaria de la Iglesia de vivir en su presencia y de hacer visible a todos esta misma presencia".

  Benedicto XVI recordó con la encíclica "Deus caritas est", que "la Iglesia es perfectamente consciente de que "es propio de la estructura fundamental del cristianismo la distinción entre lo que es del César y lo que es de Dios", entre el Estado y la Iglesia, es decir, la autonomía de las realidades temporales".

  "Al mismo tiempo -dijo-, y precisamente en virtud de la misma misión de salvación, la Iglesia no puede renunciar al deber de purificar la razón mediante la propuesta de la propia doctrina social, argumentada "a partir de lo que es conforme a la naturaleza de todo ser humano", y de despertar las fuerzas morales y espirituales, abriendo la voluntad a las auténticas exigencias del bien".

  El Santo Padre subrayó que "una sana laicidad del Estado conlleva que las realidades temporales se rijan según sus normas propias, a las que pertenecen también aquellas instancias éticas que hallan su fundamento en la esencia misma del ser humano, y que por tanto, conducen en último análisis al Creador".

  "En las circunstancias actuales, al recordar el valor que tienen para la vida no sólo privada sino también pública algunos principios éticos fundamentales, enraizados en el gran patrimonio cristiano de Europa, y en particular de Italia, no violamos la laicidad del Estado, sino más bien, contribuimos a garantizar y promover la dignidad de la persona y el bien común de la sociedad".

  El Papa concluyó subrayando la obligación de "ofrecer un claro testimonio de estos valores a todos nuestros hermanos: con éste no les imponemos inútiles pesos, sino que les ayudamos a avanzar por el camino de la vida y de la auténtica libertad".
AC/.../ASAMBLEA GENERAL CEI                VIS 20060518 (500)

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