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El 'Vatican Information Service' (VIS) es un boletín informativo de la Oficina de Prensa Santa Sede. Transmite diariamente información sobre la actividad magisterial y pastoral del Santo Padre y de la Curia Romana... []

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sábado, 19 de julio de 2008

TRANSFORMAD VUESTRAS VIDAS ACOGIENDO AL ESPIRITU SANTO


CIUDAD DEL VATICANO, 19 JUL 2008 (VIS).-Benedicto XVI llegó poco antes de las 19,00 (las 11,00 de Roma) al hipódromo de Randwick, el más importante de Australia, para celebrar la vigilia de la JMJ con los jóvenes. El hipódromo, que tiene un aforo de 300.000 personas acogió en el pasado las visitas de Pablo VI (1970) y de Juan Pablo II (1986) y fue escenario en 1995 de la beatificación de Sor Mary MacKillop.

  La vigilia comenzó con el hipódromo a oscuras para iluminarse poco a poco con las luces llevadas por bailarines en el podium que representaban la apertura al Espíritu Santo. A continuación, la Cruz y el estandarte de la JMJ se colocaron en el escenario para esperar al Papa, que entró acompañado de 12 peregrinos, mientras la asamblea cantaba el himno "Nuestra Señora de la Cruz del Sur".

  Una mujer indígena abrió la ceremonia encendiendo las velas que llevaban los 12 peregrinos, que a su voz encendieron las de la Asamblea y las de los obispos. Después siete jóvenes invocaron al Espíritu Santo por la intercesión de los patronos de la JMJ

  "Esta noche fijamos nuestra atención sobre cómo convertirnos en testigos -dijo Benedicto XVI dirigiéndose a los jóvenes-. (...) Sabéis que nuestro testimonio cristiano se ofrece a un mundo que es frágil en muchos aspectos. La unidad de la creación se debilita por heridas profundas cuando las relaciones sociales se rompen o cuando el espíritu humano es casi completamente aplastado por la explotación y el abuso de las personas. Efectivamente, la sociedad contemporánea atraviesa por un proceso de fragmentación debido a una forma de pensar que es, por su naturaleza, de corto alcance porque deja de lado el horizonte completo de la verdad, verdad relativa a Dios y a nosotros. Por su misma naturaleza, el relativismo no consigue ver el cuadro entero. Ignora los principios que nos hacen capaces de vivir y crecer en la unidad, en el orden y la armonía".

  "La unidad y la reconciliación no pueden alcanzarse solo mediante nuestros esfuerzos. Dios nos hizo uno para otro y sólo en Dios y en su Iglesia encontramos la unidad que buscamos. Y no obstante, frente a las imperfecciones y las desilusiones, tanto individuales como institucionales, a veces tenemos la tentación de construir artificialmente una comunidad "perfecta". No es una tentación nueva. En la historia de la Iglesia hay muchos ejemplos de intentos de esquivar (...) las debilidades y los fallos humanos para crear una unidad perfecta, una utopía espiritual".

  Pero esos intentos de construir la unidad, observó el Papa, "en realidad la socavan. Separar al Espíritu Santo del Cristo presente en la estructura institucional de la Iglesia comprometería la unidad de la comunidad cristiana, que es precisamente un don del Espíritu Santo. (...) Por desgracia, la tentación de "ir adelante solos" persiste. Algunos hablan de sus comunidades locales como de algo separado de la llamada Iglesia institucional, describiendo la primera como flexible y abierta al Espíritu, y la segunda como rígida y privada del Espíritu".

  "¡La unidad pertenece a la esencia de la Iglesia Católica!", exclamó el Santo Padre. "Es un don que debemos reconocer y apreciar. Esta noche rezamos por nuestro propósito de cultivar la unidad, de contribuir a ella, de resistir a cualquier tentación de abandonarla . Lo que podemos ofrecer al mundo es precisamente la amplitud, la vasta visión de nuestra fe, sólida, y al mismo tiempo abierta, consistente pero dinámica, verdadera y sin embargo, siempre apuntando hacia un conocimiento más profundo".

  "¡Sabed escuchad! A través de las disonancias y las divisiones del mundo ¿oís la voz unida de la humanidad?", preguntó Benedicto XVI a los jóvenes, subrayando que de esa voz común "sube el mismo grito (...) que anhela un reconocimiento, una pertenencia, la unidad. ¿Quién satisface este deseo humano esencial de ser uno, de estar inmerso en la comunión, (...) de ser guiado a la verdad? ¡El Espíritu Santo! Su función es ésta: cumplir la obra de Cristo. Enriquecidos con los dones del Espíritu Santo tendréis fuerza para ir más allá de las visiones parciales, de la utopía vacía, de la fugaz precariedad, para ofrecer la coherencia y la certeza del testimonio cristiano".

  El Santo Padre explicó que el Espíritu Santo "ha sido, en varios modos, la Persona olvidada de la Santísima Trinidad" y que "su clara comprensión parece casi fuera de nuestro alcance". Sin embargo, citando a San Agustín, habló de las tres intuiciones del obispo de Hipona sobre el Espíritu Santo, que facilitan de alguna manera su comprensión como "vínculo de unidad en el interior de la Santísima Trinidad", es decir  "unidad como comunión, unidad como amor duradero, unidad como donante y don".

  San Agustín afirma, recordó el Papa, que "las dos palabras, Espíritu y Santo, se refieren a aquello que pertenece a la naturaleza divina: (...) a lo que comparten el Padre y el Hijo, a su comunión. Por eso, si la característica propia del Espíritu es ser lo "compartido" del Padre y el Hijo, (...) la cualidad peculiar del Espíritu Santo es la unidad".

  "La unidad verdadera no puede basarse nunca en relaciones que nieguen la misma dignidad de las personas. Y tampoco la unidad es la simple suma total de los grupos con los que a veces intentamos definirnos. De hecho, solamente en la vida de comunión la unidad se sostiene y la identidad humana se realiza plenamente: reconocemos la necesidad común de Dios, respondemos a la presencia unificadora del Espíritu Santo y nos entregamos los unos al servicio de los otros".

  Otro signo de la presencia del Espíritu Santo, comentó el Santo Padre, es "el amor. Las ideas o las palabras carentes de amor, aunque parezcan sofisticadas o sagaces, no pueden proceder "del Espíritu". Además,  el amor tiene una característica particular: (...) su fin es permanecer. Por naturaleza, el amor es duradero. (...) El Espíritu Santo ofrece amor al mundo: amor que disipa la incertidumbre, que supera el miedo del engaño, que lleva en sí la eternidad; el amor verdadero que nos incorpora a la realidad que permanece".

  En cuanto a la intuición de don, Benedicto XVI afirmó que el Espíritu Santo es "Dios que se entrega eternamente, como una fuente inagotable, se ofrece siempre. Observando este don incesante, vemos los límites de lo que es perecedero, la locura de una mentalidad consumista. En particular, empezamos a entender porqué la búsqueda de las novedades nos deja insatisfechos y deseosos de algo más. ¿No estamos buscando un don eterno? ¿La fuente que jamás se agota?".

  "¡Queridos jóvenes: hemos visto que el Espíritu Santo realiza la maravillosa comunión de los creyentes en Cristo Jesús. Fiel a su naturaleza de dador y  al mismo tiempo de don, actúa ahora sirviéndose de vosotros. Inspirados por las intuiciones de San Agustín, haced que el amor unificador sea vuestra medida, el amor duradero vuestro desafío, el amor que se entrega vuestra misión1".

  "¡Invoquemos al Espíritu Santo: es el artífice de las obras de Dios! -concluyó el pontífice-. ¡Dejad que sus dones os moldeen! Al igual que la Iglesia comparte el mismo camino con toda la humanidad, vosotros estáis llamados a vivir los dones del Espíritu entre los altibajos de la vida cotidiana. Haced que vuestra fe madure mediante los sacramentos. (...) La vida, no es un simple acumular, y es mucho más que el simple éxito. Estar verdaderamente vivos es ser transformados desde el interior, estar abiertos a la fuerza del amor de Dios. Si acogéis la fuerza del Espíritu Santo, también vosotros podréis transformar vuestras familias, las comunidades y las naciones. Liberad estos dones. Que la sabiduría, la inteligencia, la fortaleza, la ciencia y la piedad sean los signos de vuestra grandeza".

  Finalizado su discurso, tuvo lugar la presentación de los 24 candidatos a quienes el Papa conferirá mañana el sacramento de la Confirmación. La vigilia proseguirá toda la noche con la adoración eucarística, que se alternará con momentos de silencio y preparación a la Santa Misa de mañana domingo.
PV-AUSTRALIA/VIGILIA:JOVENES/SYDNEY           VIS 20080719 (1290)


UNA RENOVACION PARA TODA LA IGLESIA EN AUSTRALIA

CIUDAD DEL VATICANO, 19 JUL 2008 (VIS).-A las 9,30, el Papa celebró la Santa Misa con los obispos y sacerdotes australianos en la Catedral de Santa María de Sydney, que está dedicada a María, Auxilio de los Cristianos, patrona de Australia.

  Refiriéndose al comienzo de la homilía al nuevo altar de la catedral que iba a dedicar, el Santo Padre afirmó que "en la liturgia de hoy, la Iglesia nos recuerda que, como este altar, también nosotros estamos consagrados, puestos "aparte" para el servicio de Dios y la construcción de su reino. Sin embargo, con demasiada frecuencia -dijo-, nos encontramos inmersos en un mundo que desearía "arrinconar" a Dios. En el nombre de la libertad y la autonomía humanas, el nombre de Dios es silenciado, la religión es reducida a devoción personal y la fe se rechaza en los ámbitos públicos. A veces esta mentalidad, tan opuesta a la esencia del Evangelio, puede incluso ofuscar nuestra misma comprensión de la Iglesia y de su misión".

  "También nosotros -continuó- podemos caer en la tentación de reducir la vida de fe a una cuestión de mero sentimiento, debilitando así su poder de inspirar una visión coherente del mundo y un diálogo riguroso con las otras muchas visiones que compiten en la conquista de las mentes y los corazones de nuestros contemporáneos".

  Benedicto XVI puso de relieve que la historia, sin embargo, "demuestra que la cuestión de Dios nunca puede ser silenciada y que la indiferencia respecto a la dimensión religiosa de la existencia humana disminuye y traiciona al mismo ser humano. (…) ¿No es este -preguntó- el misterio de la fe que se proclama desde este altar en cada celebración eucarística?".

  "Allí donde se empequeñece al ser humano, el mundo que nos rodea queda mermado; pierde el propio significado último y no alcanza su objetivo. El resultado es una cultura, no de la vida, sino de la muerte. ¿Cómo se puede considerar esto un "progreso"? Al contrario, es un paso atrás, una forma de retroceso, que en último término seca las fuentes mismas de la vida, tanto de las personas como de toda la sociedad".

  Tras hacer hincapié en que "la liturgia de hoy nos ofrece un símbolo elocuente de aquella transformación espiritual progresiva a la que está llamado cada uno de nosotros", el Santo Padre exclamó: "¡Que esta celebración, en presencia del Sucesor de Pedro, sea un momento de reedificación y de renovación de toda la Iglesia en Australia!".

  "Deseo hacer aquí un inciso para reconocer la vergüenza que todos hemos sentido a causa de los abusos sexuales a menores por parte de algunos sacerdotes y religiosos de esta nación. Estoy muy apenado por el dolor y el sufrimiento que han padecido las víctimas, y les aseguro que, como su pastor, también comparto su sufrimiento. Estos delitos, que constituyen una grave traición a la confianza, deben ser condenados de modo inequívoco. Han provocado gran dolor y han dañado el testimonio de la Iglesia. Os pido a todos que apoyéis y ayudéis a vuestros obispos, y que colaboréis con ellos en combatir este mal. Las víctimas deben recibir compasión y asistencia, y los responsables de estos males deben ser llevados ante la justicia. Es una prioridad urgente promover un ambiente más seguro y más sano, especialmente para los jóvenes".

  Dirigiéndose posteriormente a los jóvenes religiosos, religiosas y seminaristas presentes, el Papa les alentó a "entrar con sinceridad y de modo profundo en la disciplina y en el espíritu de los programas de formación. Caminad cada día -dijo- a la luz de Cristo mediante la fidelidad a la oración personal y litúrgica, alimentados por la meditación de la palabra inspirada por Dios. (...) Que la celebración cotidiana de la Eucaristía sea el centro de vuestra vida".

  El Papa pidió a los seminaristas y religiosos que conformaran cada día su vida "a la amorosa auto-oblación del Señor mismo en obediencia a la voluntad del Padre. De este modo, descubriréis la libertad y la alegría que pueden atraer a otros a ese Amor que va más allá de cualquier otro amor como su fuente y su cumplimiento último".

  "No olvidéis jamás -añadió el Santo Padre- que la castidad por el Reino significa abrazar una vida completamente dedicada al amor, a un amor que os hace capaces de dedicaros sin reservas al servicio de Dios para estar plenamente presentes entre los hermanos y hermanas, especialmente entre los más necesitados. Los tesoros más grandes que compartís con otros jóvenes -vuestro idealismo, la generosidad, el tiempo y las energías- son los verdaderos sacrificios que depositáis sobre el altar del Señor. ¡Tened siempre en cuenta este magnífico carisma que Dios os ha dado para su gloria y para la edificación de la Iglesia!".

  Después de la misa, Benedicto XVI almorzó con los obispos australianos y con su séquito en la Cathedral House.
PV-AUSTRALIA/MISA:SANTA MARIA/SYDNEY                VIS 20080719 (780)


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