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martes, 26 de octubre de 2010

OFRECER UNA ESPERANZA AL FUTURO DE LOS REFUGIADOS

CIUDAD DEL VATICANO, 26 OCT 2010 (VIS).-Esta mañana, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, tuvo lugar la presentación del Mensaje del Santo Padre para la XCVII Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, que se celebrará el 16 de enero de 2011.

Intervinieron el arzobispo Antonio Maria Vegliò, presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes y el padre Gabriele Bentoglio, C.S., subsecretario del mismo dicasterio.


“Las relaciones que se desarrollan entre los inmigrantes y la sociedad de acogida -dijo el arzobispo- se pueden englobar en una serie de esquemas: la asimilación o absorción, que se traduce en la conformación al engranaje social y lleva aparejada la pérdida de la propia cultura y la “despersonalización”; la creación de guetos que implica el cierre, la legítima defensa y la resistencia contra la exclusión, el rechazo de la sociedad, la marginación y la discriminación, que alimentan la hostilidad recíproca; la fusión sincrética o “melting pot”, donde se funden diversos modelos culturales y conlleva la pérdida de la identidad cultural propia y el “pluralismo cultural”, que combina las culturas en reacción al carácter unidimensional de la cultura local y tiende a subordinar los modelos culturales a los de producción y consumo”.

Frente a estos esquemas clásicos, el mensaje del Santo Padre, prosiguió el prelado, “propone el de la “integración social” acompañado de la “síntesis cultural”, que presupone por una parte un proceso dinámico -la reciprocidad del intercambio- y por otra una integración social que requiere la participación en la creación y en el cambio de las relaciones sociales. (...) Sólo este último proceso representa el éxito de la multiculturalidad y es el único que permite a los grupos inmigrantes dar vida a una nueva cultura de la que se beneficia toda la sociedad”.

“En el contexto de esta presentación, vale la pena recordar que las Naciones Unidas han declarado el año 2010 “Año Internacional de Acercamiento de las Culturas” (...) para reafirmar la visión plural de la humanidad y la interacción entre diversidad cultural y diálogo intercultural. En consecuencia, también el mensaje del Santo Padre refuerza en la comunidad internacional la percepción de la importancia del diálogo y promueve el reconocimiento de los derechos humanos para todos, combatiendo las nuevas formas de racismo y discriminación”.

Por su parte, el padre Bentoglio afirmó que “hoy hay 15 millones de refugiados y que el número de personas desplazadas dentro del mismo país, especialmente en relación con casos de violaciones de derechos humanos, es de unos 27 millones”.

“El desafío –dijo- consiste en crear zonas de tolerancia, esperanza, curación, protección, y garantizar que los dramas y tragedias -de los que ya existe una larga experiencia de tiempos pasados y también recientes- nunca vuelvan a suceder”. En este sentido subrayó que el objetivo es “asegurar que los refugiados, los que solicitan asilo y los prófugos tengan posibilidades concretas de desarrollar su potencial humano”.

El subsecretario del Pontificio Consejo señaló que “la acogida comienza con la empatía, es decir, con el esfuerzo por comprender los sentimientos de los demás y de entender cómo se encuentran en un mundo desconocido, con costumbres y tradiciones diferentes”.

Tras poner de relieve que no solo Europa está actualmente afrontando este problema, explicó que “Sudáfrica ha aceptado 220.000 solicitantes de asilo el año pasado, y esta cifra corresponde casi al número de personas acogidas en los 27 estados miembros de la Unión Europea”.

El padre Bentoglio señaló que muchos países “manifiestan a veces comportamientos dictados por el miedo al extranjero y, a menudo por una encubierta discriminación, (…) eludiendo la responsabilidad de acoger y sostener a quienes buscan refugio y protección humanitaria”.

“Es un dato confirmado que los refugiados y solicitantes de asilo se hallan hoy en unas condiciones peores que en el pasado, incluso en los países de acogida del sur del planeta”. En este contexto “surge la pregunta: “¿Qué significa vivir durante años en un campo lleno de gente, sin esperanza de una vida más decente, o ver que no existe futuro para los niños? Por eso, a menudo hay quien trata de abandonar el campo para ir a los centros urbanos con la esperanza de reconstruir su vida, pero sin pedir el permiso necesario, y por tanto, violando la normativa vigente”.

El secretario del dicasterio concluyó afirmando que “es necesario ofrecer esperanza para el futuro. La Iglesia, por su parte, está tratando de responder a esta cuestión. Sus esfuerzos y sus actividades son un claro testimonio de ello”.
OP/ VIS 20101026 (750)

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