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miércoles, 3 de noviembre de 2010

JOVENES ACCION CATOLICA: APRENDER EL ARTE DEL VERDADERO AMOR

CIUDAD DEL VATICANO, 30 OCT 2010 (VIS).-Benedicto XVI se encontró esta mañana en la Plaza de San Pedro con 100.000 chicos y jóvenes de Acción Católica de Italia, que participaban en un congreso nacional sobre el tema: “Hay algo más. Lleguemos a ser grandes juntos”.

El Papa respondió a tres preguntas planteadas respectivamente por un muchacho de Acción Católica, una joven y una educadora.

A la primera pregunta: ¿Qué significa ser grandes? ¿Qué hay que hacer para crecer siguiendo a Jesús?, el Santo Padre respondió recordando que cuando era joven “quería hacer algo grande, algo más de mi vida. (…) Ser “grandes” significa amar mucho a Jesús, escucharle y hablar con él en la oración, encontrarle en los sacramentos, en la santa Misa, en la Confesión; quiere decir conocerle cada vez más y darlo a conocer a los demás; quiere decir estar con los amigos, incluidos los más pobres, enfermos, para crecer juntos”.

A la segunda pregunta: ¿Qué significa amar hasta el fondo? ¿Cómo podemos aprender a amar de verdad?, el Papa respondió: “Es una gran cuestión. Es muy importante, diría fundamental, aprender a amar, a amar de verdad, aprender el arte del verdadero amor. (...) Llegáis a ser grandes si sois capaces de hacer de vuestra vida un don para los demás, cuando no os buscáis a vosotros mismos, sino que os dais a los demás. (…) No podéis y no debéis adaptaros a un amor reducido a una mercancía de intercambio, que se consume sin respeto de uno mismo ni de los demás, incapaz de castidad y de pureza. Eso no es libertad. Mucho del “amor” que proponen los medios de comunicación, en Internet, no es amor, sino egoísmo, cerrazón. (…) Os ata como una cadena que sofoca los pensamientos y sentimientos más bellos, los auténticos impulsos del corazón, esa fuerza intensa que es el amor, y que encuentra en Jesús su máxima expresión y en el Espíritu Santo la fuerza y el fuego que encienda vuestras vidas, vuestros pensamientos, vuestros afectos. Ciertamente cuesta también sacrificio vivir de manera verdadera el amor -sin renuncias no se avanza por este camino-, pero estoy seguro de que vosotros no tenéis miedo del cansancio de un amor comprometido y auténtico. ¡Es lo único que al fin y al cabo da la verdadera alegría!”.

La tercera pregunta fue: ¿qué significa hoy ser educadores? ¿Cómo afrontar las dificultades que encontramos en nuestro camino? Y, ¿qué hay que hacer para que todos cuiden el presente y el futuro de las nuevas generaciones?

Benedicto XVI respondió haciendo hincapié en que “ser educadores significa albergar una alegría en el corazón y comunicarla a todos para que la vida sea bella y buena; significa ofrecer razones y metas para el camino de la vida, ofrecer la belleza de la persona de Jesús y hacer que se enamoren de Él, de su estilo de vida, de su libertad. (…) Significa, sobre todo, buscar siempre la meta de ese “algo más” que nos viene de Dios. Esto exige un conocimiento personal de Jesús, un contacto personal, diario, amoroso con Él en la oración, en la meditación de la Palabra de Dios, en la fidelidad a los sacramentos, la Eucaristía, la Confesión; exige comunicar la alegría de estar en la Iglesia, de tener amigos con los que compartir no sólo las dificultades, sino también las bellezas y sorpresas de la vida de fe.

Sois buenos educadores si sabéis involucrar a todos en el bien de los más jóvenes. No podéis ser autosuficientes, sino que debéis hacer experimentar la urgencia de la educación de las nuevas generaciones a todos los niveles. Sin la presencia de la familia, por ejemplo, corréis el riesgo de construir sobre la arena; sin una colaboración con la escuela no se forma una inteligencia profunda de la fe; sin una participación de los diferentes agentes del tiempo libre y de la comunicación vuestra paciente obra corre el riesgo de no ser eficaz, de no incidir en la vida diaria. Estoy seguro de que la Acción Católica está bien arraigada en el territorio y tiene la valentía de ser sal y luz. Vuestra presencia aquí, esta mañana, no sólo me dice a mí sino a todos que es posible educar, que es cansado pero hermoso infundir entusiasmo a los muchachos y jóvenes. Tened valentía, audacia, para que ningún ambiente quede privado de Jesús, de su ternura, que hacéis experimentar a todos, incluidos a los más necesitados y abandonados, con vuestra misión de educadores”.

El Papa concluyó invitando a los presentes a seguir siendo fieles “a la identidad y a la finalidad de la Acción Católica”.
AC/ VIS 20101103 (780)

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