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lunes, 30 de abril de 2012

EN EL SACERDOCIO LA MISION EUCARISTICO-SACRIFICIAL ES INSEPARABLE DE LA PASTORAL


Ciudad del Vaticano, 29 de abril de 2012 (VIS).-Benedicto XVI confirió hoy, cuarto domingo de Pascua, la ordenación sacerdotal a nueve diáconos procedentes de los seminarios diocesanos romanos. En el curso de la Santa Misa, oficiada en la basílica de San Pedro, el Santo Padre explicó a los ordenandos que la tradición romana de celebrar las ordenaciones sacerdotales en este domingo, denominado 'del Buen Pastor', es muy rica de significados unidos a “la convergencia entre la Palabra de Dios, el rito litúrgico y el Tiempo pascual en que se sitúa. En particular, la figura del pastor, tan relevante en la Sagrada Escritura y para la definición del sacerdote, adquiere su plena verdad y claridad en el rostro de Cristo, a la luz del misterio de su muerte y resurrección”.

El Papa comentó el evangelio de San Juan que inicia con la afirmación de Jesús: 'Yo soy el buen pastor (...) que da la vida por sus ovejas'. Una frase que lleva inmediatamente “al culmen de la revelación de Dios como pastor de su pueblo; este centro y culmen es Jesús (...) que muere en la cruz y resurge del sepulcro al tercer día con toda su humanidad. De este modo nos involucra a todos (...) en su pasaje de la muerte a la vida. Este hecho – la Pascua de Cristo – en que se realiza plena y definitivamente la obra pastoral de Dios, es un hecho sacrificial. Por eso, el Buen Pastor y el Sumo Sacerdote coinciden en la persona de Jesús que dio su vida por nosotros”.

La segunda Lectura, la Primera Carta de San Juan habla, en cambio, “del fruto de la Pascua de Cristo: nuestra transformación en hijos de Dios (...) Efectivamente, la condición filial del hombre es el fruto de la obra salvífica de Jesús: con su encarnación, con su muerte y resurrección y con el don del Espíritu Santo, ha incorporado al hombre en una relación nueva con Dios: la misma que Él tiene con el Padre (...) Es una relación ya plenamente real, pero que todavía no se ha manifestado completamente. Así será cuando –si Dios quiere– podremos ver su rostro sin velos”.

Queridos ordenandos, ¡allí nos quiere conducir el Buen Pastor! - exclamó el Papa- Allí es donde el sacerdote está llamado a conducir a los fieles que le han confiado: a la vida verdadera; a la vida 'en abundancia'”. Al mismo tiempo, Jesús reafirma que la característica del verdadero pastor es dar la propia vida. “La figura bíblica del rey-pastor, que comprende principalmente el deber de regir al pueblo de Dios, de mantenerlo unido y guiarlo -dijo el Santo Padre - (...) se realiza plenamente en Jesucristo en la dimensión sacrificial, en la ofrenda de la vida. Se realiza (...) en el misterio de la Cruz, en el supremo acto de humildad y de amor oblativo”.

En esta perspectiva se orientan las formulas del Rito de la Ordenación de los Presbíteros, ya que entre las preguntas relacionadas con los “compromisos de los elegidos”, la última, que tiene un carácter culminante y de algún modo sintético, dice: '¿Queréis estar cada vez más estrechamente unidos a Cristo sumo sacerdote, que como víctima pura se ofreció al Padre por nosotros, consagrando vosotros mismos a Dios junto a Él por la salvación de todos los hombres?”.

Con su respuesta “el sacerdote es aquel que viene inserido de forma singular en el misterio del Sacrificio de Cristo, unido personalmente con Él, para prolongar su misión salvífica. Esta unión, que se realiza gracias al Sacramento del Orden, exige ser 'cada vez más estrecha' , por la generosa correspondencia del sacerdote mismo”.

Benedicto XVI recordó igualmente la fórmula pronunciada en la entrega del pan y el vino: 'Recibe las ofrendas del pueblo santo para el sacrificio eucarístico. Comprende lo que harás, imita lo que celebrarás, conforma tu vida al misterio de la cruz de Cristo Señor'. Esa fórmula resalta que “para el sacerdote, celebrar cada día la Santa Misa, no significa desempeñar una función ritual sino cumplir una misión que atañe entera y profundamente toda su existencia, en comunión con Cristo resucitado que, en su Iglesia, continúa actuando el Sacrificio redentor”.

Esa dimensión eucarístico-sacrificial es inseparable de la pastoral y constituye el núcleo de verdad y de fuerza salvífica, del que depende la eficacia de cualquier actividad (...) La predicación, las obras, los gestos de diverso género, que la Iglesia efectúa con sus múltiples iniciativas, perderían su fecundidad salvífica si faltase la celebración del Sacrificio de Cristo. Y ésta se confía a los sacerdotes ordenados (...)Sólo a través de esta 'puerta' del Sacrificio pascual los hombres y mujeres de todos los tiempos y lugares, pueden entrar en la vida eterna; sólo a través de esta “vía santa” pueden seguir el éxodo que los conduce a la 'tierra prometida' de la verdadera libertad, a las 'verdes praderas' de la paz y la alegría sin fin”.

Queridos ordenandos -concluyó el Santo Padre- esta Palabra de Dios ilumine toda vuestra vida. Y cuando el peso de la cruz se haga más pesado, sabed que esa es la hora más preciosa, para vosotros y para las personas que os han confiado: renovando con fe y con amor el “Sí, con la ayuda de Dios lo quiero”, cooperaréis con Cristo, Sumo Sacerdote y Buen Pastor, en apacentar a sus ovejas – quizás a aquella que se había perdido y por la cual se hace una gran fiesta en el Cielo”.

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