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El 'Vatican Information Service' (VIS) es un boletín informativo de la Oficina de Prensa Santa Sede. Transmite diariamente información sobre la actividad magisterial y pastoral del Santo Padre y de la Curia Romana... []

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miércoles, 25 de enero de 2012

LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS EXIGE LA CONVERSIÓN PERSONAL



CIUDAD DEL VATICANO, 25 ENE 2012 (VIS).-Benedicto XVI ha dedicado hoy la catequesis de la audiencia general a la oración sacerdotal de Cristo durante la Última Cena, presentada en el capítulo 17 del Evangelio de San Juan. El Papa afirmó que, para comprender esta oración “en su extrema riqueza”, es preciso situarla en el contexto de la fiesta hebraica de la expiación, el Yom kippúr, en la que el Sumo Sacerdote realiza la expiación primero por él mismo, luego por la clase sacerdotal y finalmente por toda la comunidad. Del mismo modo, “Jesús, aquella noche, se dirige al Padre en el momento en que se está ofreciendo. Él, sacerdote y víctima, ruega por sí mismo, por los apóstoles y por cuantos creerán el Él, por la Iglesia de todos los tiempos”.

  La oración que Jesús reza por Sí mismo es la petición de su propia glorificación. “En realidad –dijo el Papa-, es más que una petición, la declaración de la plena disponibilidad para entrar, libre y generosamente, en el plan de Dios Padre que se cumple (…) en la muerte y en la resurrección. (…) Jesús inicia la oración sacerdotal diciendo: ‘Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo para que tu Hijo te glorifique’. La glorificación que Jesús pide para sí, como Sumo Sacerdote, es el ingreso en la plena obediencia al Padre, una obediencia que lo conduce a su plena condición filial: ‘Ahora, Padre, glorifícame Tú a tu lado con la gloria que tuve junto a Ti antes de que el mundo existiera’”.

  El segundo momento de esta oración lo constituye la intercesión de Jesús por sus discípulos, con la petición de su consagración. Jesús dice: “Ellos no son del mundo, lo mismo que yo no soy del mundo. Conságralos en la verdad”. Benedicto XVI explicó que “consagrar quiere decir transferir una realidad, una persona o cosa, a Dios. Aquí están presentes dos aspectos complementarios: por una parte, la idea de ‘segregar’ (…) del ambiente de la vida personal del hombre para donarse totalmente a Dios; por otra, la idea de ‘enviar’, de misión. Precisamente porque ha sido donada a Dios, (…) la persona consagrada existe ‘para’ los demás. (…) Es consagrado quien, como Jesús, es segregado del mundo y puesto aparte para Dios con vistas a una tarea, y, por ello, está totalmente a disposición de todos. Para los discípulos, significará continuar la misión de Jesús”.

  En el tercer momento de su oración sacerdotal, “Jesús se dirige al Padre para interceder a favor de todos los que serán llevados a la fe mediante la misión inaugurada por los apóstoles (…): ‘No ruego solo por éstos, sino por los que van a creer en mí por su palabra’. (…) Jesús reza por la Iglesia de todos los tiempos, reza también por nosotros. (…) La petición central de la oración de Jesús dedicada a sus discípulos de todos los tiempos es la de la futura unidad de cuantos creerán en Él. Tal unidad no procede del mundo. Proviene exclusivamente de la unidad divina y llega hasta nosotros desde el Padre mediante el Hijo y en el Espíritu Santo”.

  Mediante esta oración sacerdotal, Jesús instituye la Iglesia, que “no es otra cosa sino la comunidad de los discípulos que, mediante la fe en Jesucristo como enviado del Padre, recibe su unidad, y está dedicada a la misión de Jesús de salvar al mundo conduciéndolo al conocimiento de Dios”.    

  Benedicto XVI invitó a los fieles a leer la oración sacerdotal de Jesús y a meditar sobre ella, así como a rezar pidiendo a Dios “que nos ayude a entrar, de modo pleno, en el proyecto que tiene para cada uno de nosotros; pidámosle ser ‘consagrados’ a Él, pertenecerle cada vez más, para poder amar cada vez más a los demás; pidámosle ser siempre capaces de abrir nuestra oración a las dimensiones del mundo, sin encerrarnos en la petición de ayuda para nuestros propios problemas, sino recordando a nuestro prójimo ante el Señor, captando la belleza de interceder por los demás; pidámosle el don de la unidad visible de todos los creyentes en Cristo (…) para que estemos siempre preparados a responder a cualquiera que nos pregunte por la razón de la esperanza que está en nosotros”.

  Para concluir la audiencia, Benedicto XVI saludó en diversos idiomas a los peregrinos presentes en el Aula Pablo VI, y les recordó que hoy, fiesta de la conversión de San Pablo, termina la Semana de Oración por la unidad de los cristianos. Hablando en polaco, dijo: “La conversión, cerca de Damasco, del Apóstol de los gentiles, es la prueba de que, en definitiva, es Dios mismo quien decide sobre la suerte de su Iglesia. Invoquémoslo para obtener la gracia de la unidad, la cual exige también nuestra conversión personal, permaneciendo fieles a la verdad y al amor de Dios”.
AG/                            VIS 20120125 (810)

TODOS LOS CRISTIANOS TIENEN EL DEBER DE ANUNCIAR EL EVANGELIO


CIUDAD DEL VATICANO, 25 ENE 2012 (VIS).-Hoy se ha hecho público el Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la Jornada Mundial Misionera 2012, que este año se celebrará el 21 de octubre bajo el lema: “Llamados a hacer que la Palabra de verdad resplandezca”. Publicamos a continuación amplios extractos de este mensaje:

  “La celebración de la Jornada Mundial Misionera tiene este año un significado especial. El L aniversario del Decreto conciliar ‘Ad gentes’, la apertura del Año de la Fe y el Sínodo de los Obispos sobre el tema de la nueva evangelización coinciden en reafirmar la voluntad de la Iglesia de comprometerse con mayor valor y ardor en la ‘missio ad gentes’ para que el Evangelio llegue hasta los últimos confines de la tierra”.

  “El Concilio Vaticano II, con la participación de obispos católicos de todo el mundo, fue un signo luminoso de la universalidad de la Iglesia (…). Obispos misioneros y obispos autóctonos, Pastores de comunidades esparcidas entre poblaciones no cristianas (…) contribuyeron de manera relevante a reafirmar la necesidad y la urgencia de la evangelización ‘ad gentes’ y, por tanto, a poner en el centro de la eclesiología la naturaleza misionera de la Iglesia”.

Eclesiología misionera

  “Esta visión (…) se propone hoy con renovada urgencia porque ha aumentado el número de quienes aún no conocen a Cristo. (…) Tenemos necesidad, por tanto, de retomar el mismo impulso apostólico de las primeras comunidades cristianas, que, pequeñas e indefensas, fueron capaces, con el anuncio y el testimonio, de difundir el Evangelio en todo el mundo entonces conocido”.

  “No sorprende que el Concilio Vaticano II y el sucesivo Magisterio de la Iglesia insistan de modo especial en el mandato misionero que Cristo ha confiado a sus discípulos, y que debe implicar a todo el pueblo de Dios, obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, laicos. El cuidado de anunciar el Evangelio en todos los lugares de la tierra corresponde primariamente a los obispos, directos responsables de la evangelización en el mundo”.

La prioridad de la evangelización

  “El mandato de predicar el Evangelio (…) debe envolver toda la actividad de la Iglesia particular, todos sus sectores, todo su ser y su obrar. El Concilio Vaticano II lo ha indicado con claridad y el Magisterio sucesivo lo ha reafirmado con fuerza. Ello requiere adecuar constantemente estilos de vida, planes pastorales y organización diocesana a esta dimensión fundamental del ser Iglesia, especialmente en nuestro mundo en continuo cambio. (…) Todos los componentes del gran mosaico de la Iglesia han de sentirse fuertemente requeridos por el mandato del Señor de predicar el Evangelio, a fin de que Cristo sea anunciado en todas partes. Nosotros los Pastores, los religiosos, las religiosas y todos los fieles en Cristo debemos seguir las huellas del apóstol Pablo, quien (…) trabajó, sufrió y luchó por hacer llegar el Evangelio a los paganos, sin escatimar energías, tiempo y medios para dar a conocer el mensaje de Cristo”. (…)

  “La cooperación misionera ha de tomar hoy formas nuevas, incluyendo no sólo la ayuda económica, sino también la participación directa en la evangelización. (…) Las celebraciones del Año de la Fe y del Sínodo de los Obispos sobre la nueva evangelización serán ocasiones propicias para relanzar la cooperación misionera, sobre todo en esta segunda dimensión”.

Fe y anuncio

  “Los inmensos horizontes de la misión eclesial y la complejidad de la presente situación requieren hoy modalidades nuevas para poder comunicar eficazmente la palabra de Dios. Ello exige, ante todo, una renovada adhesión de fe personal y comunitaria al Evangelio de Jesucristo, en el momento de profundos cambios que está viviendo la humanidad”. (…)

  “Uno de los obstáculos para la evangelización es la crisis de fe, no solo del mundo occidental, sino también de gran parte de la humanidad que, sin embargo, tiene hambre y sed de Dios y debe ser invitada y conducida al pan de vida y al agua viva (…). Es preciso renovar el entusiasmo de comunicar la fe para promover una nueva evangelización de las comunidades y de los países de antigua tradición cristiana, que están perdiendo la referencia a Dios, de modo que redescubran la alegría de creer. La preocupación de evangelizar no debe permanecer nunca en los márgenes de la actividad eclesial y de la vida personal del cristiano, sino que debe caracterizarla fuertemente, con la conciencia de ser destinatarios y, al mismo tiempo, misioneros del Evangelio. El punto central del anuncio permanece siempre el mismo: el ‘Kerigma’ del amor de Dios absoluto y total por cada hombre y mujer, que culmina con el envío del Hijo eterno y unigénito, el Señor Jesús, el cual no desdeñó asumir la pobreza de nuestra naturaleza humana, amándola y rescatándola del pecado y de la muerte por medio del ofrecimiento de sí en la Cruz”.

  (…) “La fe es un don que se nos ha dado para que lo compartamos. (…) Es el don más importante que nos ha sido entregado en nuestra vida, y no podemos guardarlo sólo para nosotros”.

El anuncio se hace caridad

  “Numerosos sacerdotes, religiosos y religiosas, de todo el mundo, muchos laicos e incluso familias enteras abandonan sus propios países, sus propias comunidades locales, y se dirigen a otras Iglesias para dar testimonio y anunciar el Nombre de Cristo (…). Se trata de una expresión de profunda comunión, compartición y caridad entre las Iglesias”. (…)

  “Junto a este alto signo de la fe que se transforma en caridad, recuerdo y agradezco el trabajo de las Obras Misioneras Pontificias, instrumento para la cooperación en la misión universal de la Iglesia en el mundo. A través de su acción, el anuncio del Evangelio se transforma también en intervenciones para ayudar al prójimo, justicia hacia los más pobres, posibilidad de instrucción en las aldeas más lejanas, asistencia médica en lugares remotos, emancipación de la miseria, rehabilitación de los marginados, ayuda al desarrollo de los pueblos, superación de las divisiones étnicas, respeto por la vida en todas sus fases”.

  “Invoco sobre la obra de evangelización ‘ad gentes’, y especialmente sobre sus agentes, la efusión del Espíritu Santo, para que la gracia de Dios la haga avanzar decididamente en la historia del mundo”.
MESS/                                                                 VIS 20120125 (1.030)

OTROS ACTOS PONTIFICIOS


CIUDAD DEL VATICANO, 25 ENE 2012 (VIS).-El Santo Padre:

-Nombró al obispo Joseph Coutts como arzobispo de Karachi (superficie: 180.000; población: 15.536.000; católicos: 150.000; sacerdotes: 40; religiosos: 185), en Pakistán. Ha sido hasta ahora obispo de Faisalabad. Sucede al arzobispo Evarist Pinto, cuya renuncia al gobierno pastoral de la archidiócesis, al haber alcanzado el límite de edad, fue aceptada por el Santo Padre.

-Nombró al rev. Paul Abel Mamba como obispo de Ziguinchor (superficie: 7.339; población: 655.465; católicos: 108.696; sacerdotes: 97; religiosos: 132) en Senegal. El obispo electo nació en 1960 en Cabrousse (Senegal), y fue ordenado sacerdote en 1988. Ha desempeñado, entre otros, los siguientes encargos pastorales: 1991-2006, sacerdote "fidei donum" en la diócesis de Tambacounda (Senegal); 1991-1993: Director del Seminario menor de Tambacounda; 1995-2004: Ecónomo de la misma diócesis; 2007-2009: Vicario parroquial de la parroquia “Martyrs de l’Ouganda”. Desde 2010 hasta la actualidad, ha sido Administrador apostólico de la diócesis de Ziguinchor.

-Nombró a Mons. Udo Breitbach como subsecretario de la Congregación para los Obispos. Ha sido hasta ahora jefe de sección del mismo dicasterio.

-Nombró como Consultores de la Congregación para la Doctrina de la Fe al P. Paolo Martinelli, O.F.M. Cap., director del Instituto Franciscano de Espiritualidad de la Pontificia Universidad “Antonianum” de Roma; y al sacerdote Maurizio Gronchi, del clero de la archidiócesis de Pisa (Italia), docente ordinario de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma.
NER:RE:NA/                                                                                  VIS 20120125 (240)
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