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jueves, 17 de septiembre de 2015

El Papa: Nadie puede pretender que no sabe las atrocidades y las violaciones de los derechos humanos en Siria e Iraq


Ciudad del Vaticano, 17 de septiembre de 2015 (Vis).-''Una de las tragedias humanas más sobrecogedoras de las últimas décadas es la de las terribles repercusiones del conflicto en Siria e Irak sobre la población civil, así como en el patrimonio cultural. Millones de personas se encuentran en un estado preocupante de urgente necesidad, obligadas a abandonar sus países de origen. Líbano, Jordania y Turquía cargan hoy con el peso de millones de refugiados, alos que han acogido con generosidad. Frente a este escenario y a los conflictos que se expanden y pertuban de forma inquietante los equilibrios internos y los regionales, la comunidad internacional parece incapaz de encontrar respuestas adecuadas, mientras que los traficantes de armas continúan haciendo sus intereses''.

Con estas palabras se ha dirigido esta mañana el Papa a los participantes en el encuentro sobre la crisis humanitaria en Siria e Irak promovido por el Pontificio Consejo Cor Unum en que toman parte, entre otros, los organismos de caridad católica que operan en el Oriente Medio y los obispos de la región y al que han dado su apoyo más de treinta organizaciones de diverso tipo.

Francisco ha proseguido su discurso subrayando que hoy en día, a diferencia del pasado, ''las atrocidades y las violaciones inauditas de los derechos humanos que caracterizan estos conflictos, son difundidas en directo por los medios de comunicación. Por lo tanto, están ante los ojos del mundo entero. Nadie puede pretender que no lo sabe. Todos son consciente de que esta guerra pesa cada vez más de forma insoportable sobre los hombros de los pobres. Tenemos que encontrar una solución, que nunca es la violencia, porque la violencia sólo genera nuevas heridas.''

En este ''océano de dolor'' ha exhortado a los participantes en la reunión a prestar una atención especial a las necesidades materiales y espirituales de los más débiles e indefensos. ''Pienso sobre todo en las familias, en los ancianos, en los enfermos, en los niños. Los niños y los jóvenes, esperanza para el futuro, están privados de los derechos fundamentales: crecer en la serenidad de la familia, ser atendidos y asistidos, jugar, estudiar. Millones de niños, con la continuación del conflicto, se ven privados del derecho a la educación y, en consecuencia, ven que el horizonte de su futuro se ofusca. ¡Que no falte vuestro compromiso en este ámbito vital!''

''Muchas son las víctimas del conflicto; pienso en todas y por todas rezo. Pero no puedo dejar de mencionar -ha añadido- el grave daño a las comunidades cristianas en Siria e Irak, donde muchos hermanos y hermanas son vejados a causa de su fe, arrojados de sus tierras, encarcelados o incluso asesinados. Durante siglos, las comunidades cristianas y musulmanas han vivido juntas en estas tierras, sobre la base del respeto mutuo. Hoy hasta la misma legitimidad de la presencia de los cristianos y de otras minorías religiosas se niega en nombre de un "fundamentalismo violento que reivindica un origen religioso" . Sin embargo, a los tantos ataques y persecuciones que hoy sufre en esos países, la Iglesia responde dando testimonio de Cristo con valentía, a través de la presencia humilde y ferviente, el diálogo sincero y el generoso servicio a favor de cualquier persona que sufra o lo necesite, sin distinción alguna''.

El Papa ha hecho hincapie en que en Siria e Irak, el mal ''destruye los edificios e infraestructuras, pero sobre todo destruye la conciencia del ser humano. En el nombre de Jesús, que vino al mundo para curar las heridas de la humanidad, la Iglesia se siente llamada a responder al mal con el bien mediante la promoción de un desarrollo humano integral, ocupándose de cada hombre y de todos los hombres. Para responder a esta llamada difícil, los católicos deben fortalecer la colaboración intra-eclesial y los vínculos de comunión que los unen con las otras comunidades cristianas, buscando también la cooperación con las instituciones internacionales humanitarias y con todos los hombres de buena voluntad. Os animo, por tanto, a continuar en el camino de la colaboración y el intercambio, trabajando juntos y en sinergia. Por favor: ¡no abandonéis a las víctimas de esta crisis, aun cuando la atención del mundo decaiga!''


''A todos os pido -ha concluido- que llevéis mi mensaje de profunda solidaridad y cercanía a los que atraviesan por estas pruebas y sufren las trágicas consecuencias de esta crisis. En comunión con vosotros y vuestras comunidades, rezo incesantemente por la paz y el final de los tormentos y de las injusticias en vuestras amadas tierras''.

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