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El 'Vatican Information Service' (VIS) es un boletín informativo de la Oficina de Prensa Santa Sede. Transmite diariamente información sobre la actividad magisterial y pastoral del Santo Padre y de la Curia Romana... []

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jueves, 18 de febrero de 2016

A los presos del Cereso de Ciudad Juárez: Quien ha experimentado el infierno puede volverse un profeta en la sociedad


Ciudad del Vaticano, 18 de febrero de 2016 (Vis).-El Papa Francisco llegó ayer a las 10 (hora local, 18.00 hora de Roma) a la última etapa de su viaje apostólico a México: Ciudad Juárez, desde hace dos siglos el único paso terrestre, para acceder a Estados Unidos. De hecho, Ciudad Juárez, está situada en la orilla de Río Grande frente a la ciudad texana de El Paso y ambas forman un área metropolitana de dos millones de habitantes. Es un centro industrial muy desarrollado y según diversas estadísticas una de las ciudad más violentas del mundo, sobre todo a causa del narcotráfico en la frontera con Estados Unidos. Además tiene 950 pandillas armadas con decenas de miles de afiliados y centenares de pandilleros de origen mexicano expulsados de Estados Unidos que se unen a ellos. En los últimos 4 años de guerra de droga, 212.000 habitantes, alrededor del 18% de la población han abandonado la capital. Ciudad Juárez es tristemente famosa por los miles de mujeres desaparecidas, habitualmente procedentes de familias pobres, que trabajan en las maquiladoras (fábricas clandestinas). El tema de la desaparición y el asesinato de estas mujeres ha sido abordado por la literatura y el cine, mientras han surgido diversas asociaciones femeninas en defensa de las mujeres, entre ellas ''Nuestras hijas de regreso a casa''.

El Santo Padre empezó su jornada en Ciudad Juárez visitando el Centro de Readaptación Social estatal num. 3 (Cereso num.3) que forma parte de un proyecto de recalificación de las instituciones penales del Estado de Chihuahua y ha sido galardonado por el respeto de las normas internacionales en materia penitenciaria. Viven allí tres mil reclusos y doscientas reclusas. A su llegada, Francisco saludó a diversos familiares de los presos y se dirigió acto seguido a la capilla del penitenciario donde le esperaban el personal del centro y los sacerdotes de la pastoral penitenciaria a los que dirigió unas palabras para agradecerles su labor: ''Ustedes se van a encontrar con mucha fragilidad. Por eso quiso traer esta imagen de lo más frágil -dijo refiriéndose al crucifijo tallado en cristal que regaló al Centro- El cristal es lo más frágil, se rompe enseguida. Y Cristo en la Cruz es la fragilidad más grande de la humanidad, y sin embargo con esa fragilidad nos salva, nos ayuda, nos hace andar adelante, nos abre las puertas de la esperanza. Deseo que cada uno de ustedes, con la bendición de la Virgen y contemplando la fragilidad en Cristo que se hizo pecado, se hizo muerte para salvarnos, sepan sembrar semillas de esperanza y de resurrección''.

Después salió al patio principal del Centro donde se hallaban 700 detenidos, de los cuales saludó personalmente alrededor de cincuenta. Tras escuchar las palabras de una de ellos que afirmó que la presencia del Santo Padre allí era un llamado a la misericordia para los reclusos y sus familias y para los que se habían olvidado de que en la cárcel había seres humanos que, a pesar de haber sido transgresores de la ley, tenían esperanza en la redención, Francisco se dirigió a todos afirmando en primer lugar que no quería irse de México sin ir a saludarlos y celebrar el Jubileo de la Misericordia con ellos para ''reafirmar una vez más la confianza a la que Jesús nos impulsa: la misericordia que abraza a todos y en todos los rincones de la tierra. No hay espacio donde su misericordia no pueda llegar, no hay espacio ni persona a la que no pueda tocar''.

''Celebrar el Jubileo de la misericordia con ustedes -dijo- es recordar el camino urgente que debemos tomar para romper los círculos de la violencia y de la delincuencia. Ya tenemos varias décadas perdidas pensando y creyendo que todo se resuelve aislando, apartando, encarcelando, sacándonos los problemas de encima, creyendo que esas medidas solucionan verdaderamente los problemas. Nos hemos olvidado de concentrarnos en lo que realmente debe ser nuestra preocupación: la vida de las personas; sus vidas, las de sus familias, la de aquellos que también han sufrido a causa de este círculo de la violencia''.

''La misericordia divina nos recuerda que las cárceles son un síntoma de cómo estamos en sociedad, son un síntoma en muchos casos de silencios y omisiones que han provocado una cultura de descarte.Son un síntoma de una cultura que ha dejado de apostar por la vida; de una sociedad que ha ido abandonando a sus hijos. La misericordia nos recuerda que la reinserción no comienza acá en estas paredes; sino que comienza antes, comienza ''afuera'', en las calles de la ciudad. La reinserción o rehabilitación comienza creando un sistema que podríamos llamarlo de salud social, es decir, una sociedad que busque no enfermar contaminando las relaciones en el barrio, en las escuelas, en las plazas, en las calles, en los hogares, en todo el espectro social. Un sistema de salud social que procure generar una cultura que actúe y busque prevenir aquellas situaciones, aquellos caminos que terminan lastimando y deteriorando el tejido social''.

''A veces -observó- pareciera que las cárceles se proponen incapacitar a las personas a seguir cometiendo delitos más que promover los procesos de reinserción que permitan atender los problemas sociales, psicológicos y familiares que llevaron a una persona a determinada actitud. El problema de la seguridad no se agota solamente encarcelando, sino que es un llamado a intervenir afrontando las causas estructurales y culturales de la inseguridad, que afectan a todo el entramado social. La preocupación de Jesús por atender a los hambrientos, a los sedientos, a los sin techo o a los presos era para expresar las entrañas de la misericordia del Padre, que se vuelve un imperativo moral para toda sociedad que desea tener las condiciones necesarias para una mejor convivencia. En la capacidad que tenga una sociedad de incluir a sus pobres, sus enfermos o sus presos está la posibilidad de que ellos puedan sanar sus heridas y ser constructores de una buena convivencia. La reinserción social comienza insertando a todos nuestros hijos en las escuelas, y a sus familias en trabajos dignos, generando espacios públicos de esparcimiento y recreación, habilitando instancias de participación ciudadana, servicios sanitarios, acceso a los servicios básicos, por nombrar sólo algunas medidas. Ahí empieza todo ese proceso de reinserción''.

''Celebrar el Jubileo de la misericordia con ustedes -reiteró- es aprender a no quedar presos del pasado, del ayer. Es aprender a abrir la puerta al futuro, al mañana; es creer que las cosas pueden ser diferentes. Celebrar el Jubileo de la misericordia con ustedes es invitarlos a levantar la cabeza y a trabajar para ganar ese espacio de libertad anhelado. Celebrar el Jubileo de la misericordia con ustedes es repetir esa frase que escuchamos recién tan bien dicha y con tanta fuerza: ''Cuando me dieron mi sentencia, alguien me dijo: No te preguntes porqué estás aquí sino para qué'' y que este ''para qué'' nos lleve adelante... nos haga ir saltando las vallas de ese engaño social que cree que la seguridad y el orden solamente se logra encarcelando''.

''Sabemos que no se puede volver atrás, sabemos que lo realizado, realizado está, pero he querido celebrar con ustedes el Jubileo de la Misericordia para que quede claro que eso no quiere decir que no haya posibilidad de escribir una nueva historia hacia delante.. ''para qué''. Ustedes sufren el dolor de la caída -y ojalá todos nosotros suframos el dolor de las caídas escondidas y tapadas- sienten el arrepentimiento de sus actos y sé que, en tantos casos, entre grandes limitaciones, buscan rehacer su vida desde la soledad. Han conocido la fuerza del dolor y del pecado, no se olviden que también tienen a su alcance la fuerza de la resurrección, la fuerza de la misericordia divina que hace nuevas todas las cosas. Ahora les puede tocar la parte más dura, más difícil, pero que posiblemente sea la que más fruto genere, luchen desde acá dentro por revertir las situaciones que generan más exclusión. Hablen con los suyos, cuenten su experiencia, ayuden a frenar el círculo de la violencia y la exclusión. Quien ha sufrido el dolor al máximo, y que podríamos decir ''experimentó el infierno'', puede volverse un profeta en la sociedad. Trabajen para que esta sociedad que usa y tira no siga cobrándose victimas''.

''Y al decirles estas cosas -añadió el Papa- recuerdo aquellas palabras de Jesús: “el que esté sin pecado que tire la primera piedra”, y yo me tendría que ir. Al decirles estas cosas no lo hago como quien da cátedra, con el dedo en alto, lo hago desde la experiencia de mis propias heridas, de errores y pecados que el Señor quiso perdonar y reeducar. Lo hago desde la conciencia de que sin su gracia y mi vigilancia podría volver a repetirlos. Hermanos, siempre me pregunto al entrar a una cárcel: ¿Por qué ellos y no yo? Y es un misterio de la misericordia divina; pero esa misericordia divina hoy la estamos celebrando todos mirando hacia delante en esperanza''.

Por último, el Papa se dirigió a todo el personal que de una forma u otra tenía que ver con los detenidos, instándoles a no olvidar que podían ser ''signos de la entrañas del Padre.Nos necesitamos uno a otro, nos decía nuestra hermana recién recordando la carta a los Hebreos: Siéntase encarcelados con ellos''.

Antes de darles la bendición invitó a todos los presentes a rezar un rato en silencio: ''Cada uno sabe lo que le va a decir al Señor -dijo - cada uno sabe de qué pedir perdón. Pero también le pido a ustedes que en esta oración de silencio agrandemos el corazón para poder perdonar a la sociedad que no supo ayudarnos y que tantas veces nos empujó a los errores. Que cada uno pida a Dios, desde la intimidad del corazón, que nos ayude a creer en su misericordia''.









Francisco al mundo del trabajo: Dios pedirá cuentas a los esclavistas de nuestros días


Ciudad del Vaticano, 18 de febrero de 2016 (VIS).- ''He querido encontrarme con ustedes aquí en esta tierra de Juárez, por la especial relación que esta ciudad tiene con el mundo del trabajo. No sólo les agradezco el saludo de bienvenida y sus testimonios, que han puesto de manifiesto los desvelos, las alegrías y esperanzas que experimentan en sus vidas, sino que quisiera agradecerles también esta oportunidad de intercambio y reflexión. Todo lo que podamos hacer para dialogar, para encontrarnos, para buscar mejores alternativas y oportunidades es ya un logro a valorar y resaltar. Y hay dos palabras que quiero subrayar: diálogo y encuentro. Las guerras se van gestando de a poquito por la mudez y por los desencuentros''. Así se dirigió ayer el Santo Padre a los tres mil representantes del Mundo del Trabajo, empresarios y trabajadores, que encontró en el Colegio de Bachilleres del Estado de Chihuahua, en Ciudad Juárez, a las 12.00 hora local (20.00 de Roma).

''Obviamente que no alcanza dialogar y encontrarse -continuó-, pero hoy en día no podemos darnos el lujo de cortar toda instancia de encuentro, de debate, de confrontación, de búsqueda. Es la única manera que tendremos de poder ir construyendo el mañana, ir tejiendo relaciones sostenibles capaces de generar el andamiaje necesario que, poco a poco, irá reconstruyendo los vínculos sociales tan dañados por la falta de comunicación, tan dañados por la falta de respeto a lo mínimo necesario para una convivencia saludable''. El Papa les agradeció el encuentro deseando que esa instancia sirviera ''para construir futuro y sea una buena oportunidad de forjar el México que su pueblo y que sus hijos se merecen.

''Me gustaría detenerme en este último aspecto -añadió-. Hoy están aquí diversas organizaciones de trabajadores y representantes de cámaras y gremios empresariales. A primera vista podrían considerarse como antagonistas, pero los une una misma responsabilidad: buscar generar espacios de trabajo digno y verdaderamente útil para la sociedad y especialmente para los jóvenes de esta tierra. Uno de los flagelos más grandes a los que se ven expuestos sus jóvenes es la falta de oportunidades de estudio y de trabajo sostenible y redituable que les permita proyectarse, generando en muchos casos situaciones de pobreza y marginación. Y esta pobreza y marginación es el mejor caldo de cultivo para que caigan en el círculo del narcotráfico y de la violencia. Es un lujo que hoy no nos podemos dar; no se puede dejar solo y abandonado el presente y el futuro de México''.

''Desgraciadamente, el tiempo que vivimos ha impuesto el paradigma de la utilidad económica como principio de las relaciones personales. La mentalidad reinante propugna la mayor cantidad de ganancias posibles, a cualquier tipo de costo y de manera inmediata. No sólo provoca la pérdida de la dimensión ética de las empresas sino que olvida que la mejor inversión que se puede realizar es invertir en la gente, en las personas, en sus familias. La mejor inversión es crear oportunidades. La mentalidad reinante pone el flujo de las personas al servicio del flujo de capitales provocando en muchos casos la explotación de los empleados como si fueran objetos para usar y tirar y descartar. Dios pedirá cuenta a los esclavistas de nuestros días, y nosotros hemos de hacer todo lo posible para que estas situaciones no se produzcan más. El flujo del capital no puede determinar el flujo y la vida de las personas''.

Francisco observó que no eran pocas las veces que se cuestionaba la Doctrina Social de la Iglesia diciendo: ''Estos pretenden que seamos organizaciones de beneficencia o que transformemos nuestras empresas en instituciones de filantropía''. La hemos escuchado esa crítica. La única pretensión que tiene la Doctrina Social de la Iglesia es velar por la integridad de las personas y de las estructuras sociales. Cada vez que, por diversas razones, ésta se vea amenazada, o reducida a un bien de consumo, la Doctrina Social de la Iglesia será voz profética que nos ayudará a todos a no perdernos en el mar seductor de la ambición. Cada vez que la integridad de una persona es violada, toda la sociedad es la que, en cierta manera, empieza a deteriorarse. Y esto que dice la Doctrina Social de la Iglesia no es en contra de nadie, sino a favor de todos. Cada sector tiene la obligación de velar por el bien del todo; todos estamos en el mismo barco. Todos tenemos que luchar para que el trabajo sea una instancia de humanización y de futuro; que sea un espacio para construir sociedad y ciudadanía. Esta actitud no sólo genera una mejora inmediata, sino que a la larga va transformándose en una cultura capaz de promover espacios dignos para todos. Esta cultura, nacida muchas veces de tensiones, va gestando un nuevo estilo de relaciones, un nuevo estilo de Nación''.
''¿Qué mundo queremos dejarles a nuestros hijos? -interrogó Francisco a los presentes- Creo que en esto la gran mayoría podemos coincidir. Ese es precisamente nuestro horizonte, esa es nuestra meta y, por ello, hoy tenemos que unirnos y trabajar. Siempre es bueno pensar qué me gustaría dejarles a mis hijos; también es una buena medida para pensar en los hijos de los demás. ¿Qué quiere dejar México a sus hijos? ¿Quiere dejarles una memoria de explotación, de salarios insuficientes, de acoso laboral o de tráfico de trabajo esclavo? ¿O quiere dejarles la cultura de la memoria de trabajo digno, del techo decoroso y de la tierra para trabajar? Las tres T: techo, trabajo ,tierra. ¿En qué cultura queremos ver nacer a los que nos seguirán? ¿Qué atmósfera van a respirar? ¿Un aire viciado por la corrupción, la violencia, la inseguridad y desconfianza o, por el contrario, un aire capaz de generar alternativas, generar renovación y cambiamiento?''.

''Sé que lo planteado no es fácil -constató el Pontífice- pero sé también que es peor dejar el futuro en manos de la corrupción, del salvajismo y de la falta de equidad. Sé que no es fácil muchas veces armonizar todas las partes en una negociación, pero sé también que es peor, y nos termina haciendo más daño, la carencia de negociación y la falta de valoración... Cuando se va a negociar siempre se pierde algo pero ganan todos. Sé que no es fácil poder congeniar en un mundo cada más competitivo, pero es peor dejar que el mundo competitivo termine determinando el destino de los pueblos. Esclavos. El lucro y el capital no son un bien por encima del hombre, están al servicio del bien común. Y, cuando el bien común es forzado para estar al servicio del lucro, y el capital la única ganancia posible, eso tiene un nombre, se llama exclusión y así se va considerando la cultura del descarte. ¡Descartado! ¡Excluido!''.


Ante un mundo que quita la capacidad de soñar, dijo Francisco, recordando las palabras pronunciadas por uno de los jóvenes que participó en el encuentro de Morelia, el Papa invitó a dialogar, a confrontar a negociar, para soñar el México que sus hijos se merecen: ''El México donde no haya personas de primera segunda o cuarta, sino el México que sabe reconocer en el otro la dignidad del hijo de Dios. Y que la Guadalupana, que se manifestó a Juan Diego, y reveló cómo los aparentemente dejados de lado eran sus testigos privilegiados, los ayude a todos, tengan la profesión que tengan, tengan el trabajo que tengan en esta tarea de diálogo de confrontación y encuentro''. 

Misa en el recinto ferial de Ciudad Juárez: ¡No más muerte, ni explotación!


Ciudad del Vaticano, 18 febrero 2016 (VIS).- ''En este año de la misericordia, y en este lugar, quiero con ustedes implorar la misericordia divina, quiero pedir con ustedes el don de las lágrimas, el don de la conversión'', exclamó ayer el Papa durante la misa celebrada en el recinto ferial de Ciudad Juárez, en la frontera entre México y Estados Unidos, que Francisco recorrió varias veces en papamóvil para saludar a la multitud de personas que se agolpaban al otro lado del confín.

La toma de conciencia de la violencia, la injusticia y la opresión, la necesidad de conversión y misericordia, la ''tragedia humana'' de la migración forzada de la que esa metrópolis es testigo, la lacra del narcotráfico y de la trata de personas y al mismo tiempo la posibilidad de cambiar ese estado de cosas, fueron los puntos principales de la homilía del Santo Padre en la que resonó desde el principio la frase de San Ireneo, que sigue resonando en el corazón de la Iglesia: ''La gloria de Dios es la vida del hombre''.

''La gloria del Padre es la vida de sus hijos. No hay gloria más grande para un padre que ver la realización de los suyos; no hay satisfacción mayor que verlos salir adelante, verlos crecer y desarrollarse. Así lo atestigua -dijo el Papa- la primera lectura que escuchamos. Nínive, una gran ciudad que se estaba autodestruyendo, fruto de la opresión y la degradación, de la violencia y de la injusticia. La gran capital tenía los días contados, ya que no era sostenible la violencia generada en sí misma...Ahí aparece el Padre invitando y enviando a su mensajero, Jonás, convocado para recibir una misión. Ve, le dice, porque ''dentro de cuarenta días, Nínive será destruida''. Ve, ayúdalos a comprender que con esa manera de tratarse, regularse, organizarse, lo único que están generando es muerte y destrucción, sufrimiento y opresión. Hazles ver que no hay vida para nadie, ni para el rey ni para el súbdito, ni para los campos ni para el ganado. Ve y anuncia que se han acostumbrado de tal manera a la degradación que han perdido la sensibilidad ante el dolor. Ve y diles que la injusticia se ha instalado en su mirada. Por eso va Jonás. Dios lo envía a evidenciar lo que estaba sucediendo, lo envía a despertar a un pueblo ebrio de sí mismo''.

''Y en este texto nos encontramos frente al misterio de la misericordia divina. La misericordia rechaza siempre la maldad, tomando muy en serio al ser humano. Apela siempre a la bondad de cada persona, aunque esté dormida, anestesiada. Lejos de aniquilar, como muchas veces pretendemos o queremos hacerlo nosotros la misericordia, se acerca a toda situación para transformarla desde adentro. Ese es precisamente el misterio de la misericordia divina. Se acerca e invita a la conversión, invita al arrepentimiento; invita a ver el daño que a todos los niveles se esta causando. La misericordia siempre entra en el mal para transformarlo. Misterio de nuestro Padre Dios: envía a su Hijo que se metió en el mal, se hizo pecado para transformar el mal. Esa es su misericordia''.

Así el rey de Nínive y sus habitantes escucharon al profeta, reaccionaron y se arrepintieron porque ''la misericordia de Dios entró en el corazón revelando y manifestando lo que es nuestra certeza y nuestra esperanza: siempre hay posibilidad de cambio, estamos a tiempo de reaccionar y transformar, modificar y cambiar, convertir lo que nos está destruyendo como pueblo, lo que nos está degradando como humanidad. La misericordia nos alienta a mirar el presente y confiar en lo sano y bueno que late en cada corazón. La misericordia de Dios es nuestro escudo y nuestra fortaleza''.

Jonás ayudó a ver, ayudó a tomar conciencia y su llamada encuentra hombres y mujeres capaces de arrepentirse, capaces de llorar. ''Llorar por la injusticia, llorar por la degradación, llorar por la opresión. Son las lágrimas las que pueden darle paso a la transformación, son las lágrimas las que pueden ablandar el corazón, son las lágrimas las que pueden purificar la mirada y ayudar a ver el círculo de pecado en el que muchas veces se está sumergido. Son las lágrimas las que logran sensibilizar la mirada y la actitud endurecida y especialmente adormecida ante el sufrimiento ajeno. Son las lágrimas las que pueden generar una ruptura capaz de abrirnos a la conversión. Así le paso a Pedró, después de haber renegado de Jesús; lloró y las lágrimas le abrieron el corazón''.

''Que esta palabra suene con fuerza hoy entre nosotros -exclamó - esta palabra es la voz que grita en el desierto y nos invita a la conversión. En este año de la misericordia, y en este lugar, quiero con ustedes implorar la misericordia divina, quiero pedir con ustedes el don de las lágrimas, el don de la conversión''.

Francisco recordó que en Ciudad Juárez, como en otras zonas fronterizas, se concentran miles de migrantes de Centroamérica y otros países, sin olvidar tantos mexicanos que también buscan pasar ''al otro lado''. ''Un paso, un camino cargado de terribles injusticias: esclavizados, secuestrados, extorsionados, muchos hermanos nuestros son fruto del negocio del tráfico humano, de la trata de personas. No podemos negar la crisis humanitaria que en los últimos años ha significado la migración de miles de personas, ya sea por tren, por carretera e incluso a pie, atravesando cientos de kilómetros por montañas, desiertos, caminos inhóspitos. Esta tragedia humana que representa la migración forzada hoy en día es un fenómeno global. Esta crisis, que se puede medir en cifras, nosotros queremos medirla por nombres, por historias, por familias. Son hermanos y hermanas que salen expulsados por la pobreza y la violencia, por el narcotráfico y el crimen organizado. Frente a tantos vacíos legales, se tiende una red que atrapa y destruye siempre a los más pobres. No sólo sufren la pobreza sino que además, tienen que sufrir estas formas de violencia. Injusticia que se radicaliza en los jóvenes, ellos, ''carne de cañón'', son perseguidos y amenazados cuando tratan de salir de la espiral de violencia y del infierno de las drogas. ¡Y que decir de tantas mujeres a quienes se les ha arrebatado injustamente la vida!''.

''Pidámosle a nuestro Dios el don de la conversión, el don de las lágrimas, pidámosle tener el corazón abierto, como los ninivitas, a su llamado en el rostro sufriente de tantos hombres y mujeres. ¡No más muerte ni explotación! -clamó el Pontífice- Siempre hay tiempo de cambiar, siempre hay una salida y una oportunidad, siempre hay tiempo de implorar la misericordia del Padre. Como sucedió en tiempo de Jonás, hoy también apostamos por la conversión; hay signos que se vuelven luz en el camino y anuncio de salvación. Sé del trabajo de tantas organizaciones de la sociedad civil a favor de los derechos de los migrantes. Sé también del trabajo comprometido de tantas hermanas religiosas, de religiosos y sacerdotes, de laicos que se la juegan en el acompañamiento y en la defensa de la vida. Asisten en primera línea arriesgando muchas veces la suya propia. Con sus vidas son profetas de la misericordia, son el corazón comprensivo y los pies acompañantes de la Iglesia que abre sus brazos y sostiene.

''Es tiempo de conversión, es tiempo de salvación, es tiempo de misericordia -finalizó- Por eso, digamos junto al sufrimiento de tantos rostros: ''Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor apiádate de nosotros… purifícanos de nuestros pecados y crea en nosotros un corazón puro, un espíritu nuevo'' .

Antes de acabar su homilía el Papa saludó a las personas que acompañaban la celebración al otro lado de la frontera, en especial a los que se habían congregado en el estadio de la Universidad de El Paso, conocido como el Sun Bowl. ''Gracias a la ayuda de la tecnologia, podemos orar, cantar y celebrar juntos ese amor misericordioso que el Señor nos da, y el que ninguna frontera podrá impedirnos de compartir -reiteró- Gracias, hermanos y hermanas de El Paso, por hacernos sentir una sola familia y una misma comunidad cristiana."


El Papa se despide de México: En este pueblo existen muchas luces que anuncian esperanza


Ciudad del Vaticano, 18 de febrero de 2016 (Vis).-El Papa Francisco se despidió de México dando gracias a Dios por haberle permitido visitar un país que siempre sorprende ''¡México es una sorpresa!'', dijo en el aeropuerto de Ciudad Juárez poco antes de embarcarse ayer a las 19.00 (hora local, 03.00 de hoy 18 de febrero) en el avión de regreso a Roma donde está prevista su llegada a las 15,15.

El Santo Padre reiteró su gracias a todos los que han hecho posible su peregrinación, desde las autoridades locales y federales, a todas las personas que, en el anonimato, han dado lo mejor de sí para que estos días fueran ''una fiesta de familia''.

''Me he sentido acogido, recibido por el cariño, la fiesta, la esperanza de esta gran familia mexicana, gracias por haberme abierto abrirme las puertas de sus vidas, de su Nación'', añadió, para citar a continuación las palabras de Octavio Paz en su poema ''Hermandad'':

''Soy hombre: duro poco y es enorme la noche.
Pero miro hacia arriba: las estrellas escriben.
Sin entender comprendo: también soy escritura
y en este mismo instante alguien me deletrea''.

''Tomando estas bellas palabras, me atrevo a sugerir que aquello que nos deletrea y nos marca el camino es la presencia misteriosa pero real de Dios en la carne concreta de todas las personas, especialmente de las más pobres y necesitadas de México -destacó el Pontífice- La noche nos puede parecer enorme y muy oscura, pero en estos días he podido constatar que en este pueblo existen muchas luces que anuncian esperanza; he podido ver en muchos de sus testimonios, en muchos de sus rostros, la presencia de Dios que sigue caminando en esta tierra, guiándolos y sosteniendo la esperanza; muchos hombres y mujeres, con su esfuerzo de cada día, hacen posible que esta sociedad mexicana no se quede a oscuras. Muchos hombres y mujeres a lo largo de las calles, cuando pasaba, levantaban a sus hijos, me los mostraban: son el futuro de México, cuidémoslos, amémoslos. Esos chicos son profetas del mañana, son signo de un nuevo amanecer. Y les aseguro que por ahí,- reveló- en algún momento, sentía como ganas de llorar al ver tanta esperanza en un pueblo tan sufrido''.

''¡Que María, la Madre de Guadalupe -se despidió Francisco- siga visitándolos, siga caminando por estas tierras –México no se entiende sin Ella–, siga ayudándolos a ser misioneros y testigos de misericordia y reconciliación. Nuevamente, muchas gracias por ésta, tan cálida, hospitalidad mexicana!''.






Actos Pontificios


Ciudad del Vaticano, 18 de febrero 2016 (VIS).- El Santo Padre nombró al reverendo Felice Accrocca como arzobispo metropolitano de Benevento (superficie 1.691 población 273.700, católicos 271.000, sacerdotes 207, religiosos y religiosas 315, diáconos permanentes 53) en Italia. El obispo electo nació en 1959 en Cori (Italia) y fue ordenado sacerdote en 1980. Es Licenciado en Letras por la Universidad La Sapienza de Roma y Doctor en Historia Eclesiástica por la Pontificia Universidad Gregoriana. En su ministerio pastoral ha sido entre otros vicario parroquial y párroco en diversas parroquias de la diócesis de Latina-Terracina-Sezze-Priverno, moderador de la curia episcopal, asistente de Acción Católica , secretario del Sínodo diocesano, director de la escuela diocesana de teología Pablo VI, redactor jefe de la revista diocesana, responsable de los seminaristas diocesanos. Actualmente era vicario episcopal para la pastoral y docente de Historia Medieval en la Pontificia Universidad Gregoriana. Sucede al arzobispo Andrea Mugione, cuya renuncia al gobierno pastoral de la diócesis fue aceptada por límite de edad. 
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